viernes, 11 de enero de 2008

Tu problema lo pago yo

La siguiente joya fue publicada en XLSemanal (nº 1005, del 28 de enero al 3 de febrero de 2007):

“ES NUESTRO PROBLEMA”
¡Pero qué pesados otra vez! Qué reiterativos. Qué seguidos son estos celosos señores que año tras año se encargan de velar por que no nos engañen en las rebajas. Que si mire usted el precio anterior, que si tiene los mismos derechos en rebajas que en temporada, que si compre sólo lo que necesite y con raciocinio… ¡Ni que nos estuviésemos gastando su dinero! ¿Quién está detrás de estos machacones consejos? ¿Alguna logia anticonsumo? ¿El ministerio correspondiente? ¿Los verdes o los antisistema? ¿Quién se encarga de encajar, puntualmente y año tras año, estos rellenos de telediario? Por favor, permitan que compremos lo que nos dé la real gana, que se trata de nuestro dinero y aún seguimos teniendo derecho de gastarlo a antojo. No nos permiten fumar, engordar, comer hamburguesas, poner belenes o salirse del pensamiento único y laico. Los consumidores no somos tontos, hemos cumplido la mayoría de edad en el sistema capitalista. Sabemos lo que es el tanto por ciento. Si queremos comprar lo que nos apetezca y, además, impulsivamente, es nuestro problema. Ah, y dejen, se lo ruego, de apuntar al comerciante como presunto estafador, porque al fin y al cabo es quien hace el descuento. Y si no se fían de las rebajas, pues compren todo en temporada.

Arcadio Martínez Cobo
Sevilla

Y, como es obvio en cualquier persona con un mínimo de conciencia, no puedo quedarme indiferente. Le respondo de esta guisa:

“TU PROBLEMA LO PAGO YO”
Vamos a ver, Arcadio, “apañero”. Estas personas tan malvadas que roban minutos a la programación deportiva, o a las noticias insulsas de desgracias particulares, son miembros de asociaciones de consumidores, cuyo interés desinteresado, es que no te timen (entre otros). Porque como tú bien dices, en esta sociedad capitalista, sería muy aconsejable tener una educación consumidora; pero créeme, si realmente la tuviéramos no compraríamos nada. (Ves, yo también hago afirmaciones categóricas del tipo “los consumidores no somos tontos”, y ni siquiera se me cae la cara de vergüenza).

Lo que no es de recibo, es que critiquemos por criticar: ignorantes; eso sí, con todo el derecho del mundo a expresar nuestro ignorante parecer. Con todo, la argumentación “yo hago lo que me sale de los cojones” está muy bien, le da un toque de efecto al conjunto del texto increíble, pero, sintiéndolo mucho, está completamente fuera de lugar. Porque tú, Arcadio, no haces lo que quieres. Fíjate, ni yo tampoco, ni el amable lector que se digna a leer esto. No, no señor. Tú haces lo que crees que quieres, que es en realidad lo que quieren ellos. La publicidad es el arte de venderte como esenciales para tu día a día cosas absolutamente innecesarias. Y caes, como caemos todos. Pero eso sí, tienes la reconfortante sensación de hacerlo porque tú así lo has decidido, y no porque alguien te lo haya impuesto.

Por si esto no fuera poco, alegas que quieres fumar lo que te dé la real gana dónde quieras, que quieres comer hamburguesas de dos trillones de calorías, solamente por demostrar que eres libre de hacerlo. Pero, ¡ay Arcadio! Cuando lleguen los problemas, cuando el cáncer de pulmón te devore por dentro, cuando tu obesidad mórbida te produzca un letal infarto de miocardio… ¡ay! Clamarás, y seguro que clamarás, al cielo por una sanidad pública decente. Una sanidad pública que te cure de estos males que has contraído “porque te sale de los cojones”. Una sanidad pública que pago yo con MI dinero, y con el del lector, y con el de cuarenta y cuatro millones de personas más. Entonces, de seguro, escribirás otro artículo, lleno de declaraciones mordaces a la vez que sagaces, y declararás que es “injusto” que debas de esperar para que te curen porque haya demasiada gente en tratamientos, quirófanos y tanatorios, por exactamente eso. Por hacer lo que les salió de los cojones.

Eso sí, tranquilo. El vendedor es una persona buena y amable, que no busca sacar el máximo beneficio en su venta, que ni siquiera cuando vende a precio de saldo deja de ganar una brutalidad de dinero, que al fin y al cabo, deberemos estar agradecidos por “unas rebajas” que casualmente (:O) se realizan después de la época de mayor gasto económico, para que la gente que hace lo que les sale de los cojones siga comprando, y moviendo la gigante rueda del autodestructivo capitalismo neoliberal universal globalizador.

Dusher
Gijón

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